Trabajar la tierra de una manera responsable y respetuosa. Esta es la filosofía de Roger Díaz, propietario de la Bodega Las Foes, de Cuevas de Vinromá. Defensor de lo natural, dice que produce para "hacer el vino que a mí me gusta, que yo me bebería, sin engañar a nadie". Es profesor y no se dedica a la viticultura a tiempo completo, más bien, como dice él, "el vino vivo de mí". Es más una afición, a la que llegó después de ser, sobre todo, un catador de vino, y que comenzó a desarrollarse cuando era maestro en Elche. Comenta que en cada viaje que hacía observaba los campos de viñedos de Villena y fue en ese momento cuando le vino la inspiración.
A estas alturas, hay familiares y amigos que todavía le preguntan si está seguro del qué hace. Roger lo te claro. “El objetivo es ser un nanoceller que produzca unas 7.000 o 8000 botellas al año de vino natural, uva sin añadidos”. Ni levaduras fermentadas, ni enzimas. El proyecto de Roger responde a una manera de entender la vida que defiende una manera de producir más auténtica y genuina, valorando la proximidad del producto y sin utilizar herbicidas, pesticidas ni fertilizantes sintéticos. Tiene claro que “la gente quiere probar cosas con autenticidad”. Es el único que se dedica a la producción de vino totalmente ecológico a las comarcas de Castelló.
Roger argumenta que “hay buenos productores de vino, aunque me gustaría que todos respetaremos el suelo”. Él entiende que “la planta es un instrumento, la planta se muere y tú puedes plantar melones, tomates, etc., pero la tierra se queda, aunque la gente no se consciente del mal que le estamos haciendo”. Roger comenta que “el norte de Valencia y lo centro-sur de Castelló son dos de las zonas más contaminadas por culpa de fertilizantes sintéticos, plaguicidas y herbicidas. Un 30% de capas freáticas están contaminadas y esto es un problema muy grave que la gente no sé si quiere conocer”.
Roger sabe, de primera mano, que la responsabilidad de trabajar la tierra no es tan glamurosa como el mundo de las catas, y cada año es el primero que cosecha la uva de sus viñas con las manos. No una uva cualquiera, si no las variedades autóctonas de la comarca, como la garnatxa, el monastrell, el embolicaire o el macabeu, de las que es un fiel defensor y son su tarjeta de presentación. No tiene las ventajas de las grandes empresas a la hora de acceder al mercado, pero sus vinos, Las Foes, Casildes y Camino de los Contrabandistas, ya empiezan a ser conocidos gracias al esfuerzo, a sus propiedades y, también, a un original etiquetado y coherente con la filosofía de la ecología.
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